En el antiguo pueblo de Kumankaya, Perú, una vez creció el místico Noyarao: el árbol volador. Por la noche, las hojas y los frutos del Noyarao brillaban bajo la luz de las estrellas. Durante el día, las hojas se movían sin viento y los frutos del árbol brotaban cuando se bañaban al calor del sol. Cuando se abrieron las frutas, sus semillas cayeron al río donde sus criaturas las tomaron como alimento.
De repente, los peces comenzaron a volar como pájaros. ¡Fue mágico y la gente se sorprendió mucho! "Seguramente Dios nos ha dado medicinas para volar como pájaros", dijeron. "Tal vez, si esparcimos las semillas a lo largo de toda la aldea, ascenderemos al cielo y podremos agradecer con cantos y danzas".
Entonces, los pobladores de Kumankaya decidieron exprimir las hojas y frutos del Noyarao y esparcir el líquido por todo el pueblo. Esa noche, la gente esperó con anticipación hasta quedarse dormidos y despertaron al sentir la tierra temblando mientras todo el pueblo comenzaba a elevarse. La lenta subida continuó durante un largo tiempo hasta que la población entera volaba por los aires. Sin embargo, no llegaron hasta el cielo como estaban esperando. En cambio, el pueblo de Kumankaya ascendió a un reino entre el cielo y la tierra, donde sus habitantes se convirtieron en espíritus que siguen profundamente conectados con los seres humanos.
Y fue así como llegaron a ser conocidos como las personas encantadas, chaikunibo, que vuelan por los aires como espíritus antiguos y protectores de la selva perfumada. Se sabe que tienen un gran conocimiento y que a veces visitan a los humanos para compartir su medicina. El sonido y el movimiento de su descenso a la tierra formaron, hace mucho tiempo, la parte baja del río Ucayali bajo y la colina de Kanchawaya.
Cuando estábamos buscando un nombre para nuestro centro de retiro, recordamos esta bella leyenda Shipibo sobre el pueblo flotante y nos encantó de inmediato. Primero, porque la mayoría de nuestras estructuras están construidas sobre el suelo, como Kumankaya, y segundo, porque este nombre también rinde homenaje a nuestro linaje espiritual Shipibo.